lunes, 5 de abril de 2010

Seámos el mar que guía el mensaje.


Se va sin avisar, parece una sombra que recorre las calles de la ciudad dejando sorpresas a diestra y siniestra, unas no tan agradables como recordatorios de pago o recibos del banco y otras, las menos, postales de tierras lejanas, fotos envueltas en sobres y cartas de quienes se alejaron un día. Así es el cartero.

Hace escasos minutos, bajo mi puerta recogí un par de cartas, ambas con distinta carga emocional; una, sin importancia para este post: el recibo de teléfono. La otra una carta, con timbres postales, con sellos y por supuesto escrita a mano.

El remitente: Salvador Cruz García, la destinataria: Lidia del Carmen Cruz Alvarado. El primero vive en Texas, la segunda vive... en mi casa -de acuerdo a la dirección que puso-, pero no tengo parentesco con ella, no la conozco, no vive aquí, no tiene identidad. No es un error, todo coincide a la perfección con mi casa, mi calle, mi código postal, todo es estremecedoramente correcto.

Abrí la carta, al principio pensando que la causa estaba perdida. No podría hacer nada sólo guardarla en un cajón, pero al leer esas tres hojas, una dedicada a su sobrina y las otras dos a su hermana, entre faltas de ortografía, se podía leer amor. Y por esa razón decidí sellarla de nuevo y buscar a Lidia.

También hay folletitos, volantes y pensamientos cristianos, si Dios está implicado en esto, debe haber una razón más del porqué esta carta llegó a mis manos. Inmediatamente unas coincidencias saltaron a la vista, la vida que llevo actualmente se lee en ellas.

Ya busqué en la red, pero mis habilidades de stalker no son tan afortunadas con personas que no figuran en redes sociales o internet, o poéticamente hablando, con personas que no quieren ser encontradas.

Me preocupa que la carta finaliza con una promesa, una que implica mi dirección. Esta vez será prudente esperar, no mucho, porque el olvido está asechando. Tras una breve búsqueda la regresaré al remitente y a partir de ese punto el destino se hará cargo. Por lo pronto ayúdenme a ser el mar que lleva el mensaje del náufrago a la costa.



P.d.: No está demás, si alguien conoce a alguno de ellos, que pase la voz.

5 comentarios:

Rubo dijo...

Yo digo que llames a los señores de la tele y te hagas famosa.

Grovick dijo...

WOOOOOOOOOOOOOOOOW

¿Prueba Iniciatica tal vez?

Esta vida no deja de sorprenderme

electrosmooth dijo...

... ¡Qué bonito detalle devolverla!... pero igual podrías adjuntarle una notita que diga que esa no fue la dirección o algo así. Digo, lo sabrá de antemano al recibir la carta de vuelta, pero tampoco estaría de más.

momo dijo...

Yo me quedaba con la carta. O por qué no le escribes explicándole la situación, deja que la comunicación fluya, en una de esas sale un secreto enterrado o te haces de una herencia, yo qué sé.

Leonardo dijo...

Deberias abrir la carta, toda tu vida te va estar persiguiendo esa curiosidad, aunque si quieres regresarla nadie te lo impide.

A mi casa han llegado cosas de otros lados, un cartero verdaderamente es estúpido y ha dejado tarjetas de crédito, revistas de suscripcion y recibos equivocados.

Lo mas loco que me ha llegado a tocar es una carta de amor cuando era niño, pero no para mi, sino de una chava explicandome por que estaba enamorada de uno de mis amigos, no pude hacer más que atacarme de la risa.