viernes, 21 de agosto de 2015

De lo bueno, nada

Hace un año, por estas fechas ya había renunciado para quemar las naves y volver nueva y renovada a hacer mi vida y perseguir mis sueños.

He tenido algunos pequeños logros, por ejemplo ahora soy editora/escritora de verdad y me pagan por ello. También me pagan por ir al teatro y reseñar las cosas que me gusta ver, me uní a una compañía de teatro y doy shows constantemente, al menos dos al mes en los que nos va muy bien, ahora casi siempre tenemos casa llena.

Hace no mucho también me cayeron algunos veintes, el origen de mi amargamiento, lo difícil que ha sido mantener dos trabajos, lo complicado que es conocer a alguien que esté realmente comprometida con algo.

A veces los fénix tardan más tiempo en morir, los ciclos son más largos, pero cuando tomas una decisión, tienes que ir por ella asumiendo las consecuencias. Nada de lo que tienes va a cambiar si te quedas estático. No hay promesas de que te va a gustar, o si va a salir peor.

Se acercan mis tiempos de volver a quemar mis naves, pero no sé si esta vez podré atreverme, porque una cosa es cierta, después de tantos años de aventarte al vacío. Te cansas de volar.


Cuenta la leyenda de la expresión quemar las naves: "Alejandro Magno desembarcó e inmediatamente mandó quemar todas las naves. Mientras su flota ardía, el líder macedonio reunió a sus hombres y les dijo: Observad cómo se queman los barcos, esa es la única razón por la que debemos vencer, ya que si no ganamos, no podremos volver a nuestros hogares y ninguno de nosotros podrá reunirse con su familia nuevamente. Debemos salir victoriosos en esta batalla, ya que solo hay un camino de vuelta y es por el mar. Cuando regresemos a casa lo haremos de la única forma posible, en los barcos de nuestros enemigos”