lunes, 19 de diciembre de 2011

Maldiciones anuales

Pocos años me han causado ese sentimiento de querer que se acaben cuanto antes. Y aunque he tenido peores años (como el 2007), este ha sido un año bastante estático, no tomé cursos que me motivaran, no encontré el trabajo ideal, no tuve un amor inolvidable, no teatro, no cine, no casi nada. Por supuesto no todo es malo, pero no se compara a la dulce sinfonía que fue el 2009, o lo enriquecedor del 2010.

Un año que quieres que termine es como un año que no viviste. Un lapso de tu vida que no tuvo sorpresas. Tengo dos opciones, la primera es ser optimista y creer que me encuentro en lo más bajo de la rueda de la fortuna y pensar que pronto subiré hasta la cima; o puedo ser pesimista y creer que la cumbre de mi vida ya pasó y todo lo que vendrá será una caída inminente.

Quizá debería permanecer neutral, dejarme sorprender... hay que deja que el viento nos haga parte de su danza y que nos lleve a donde quiera.