martes, 5 de octubre de 2010

Distancia: silenciosa asesina


Es difícil saber lo mucho que extrañas a alguien hasta que lo ves alejarse y sientes que su abrazo no regresará en mucho tiempo, o nunca.

He concluido apresuradamente, más guiada por el sentimiento que por la razón, que lo que en realidad pesa no es el tiempo que dejas de ver a alguien, si no la distancia, porque la distancia es tangible. Alguien puede estar alejado de ti ya sea en otras dimensiones, quizá cruzando el océano, a kilómetros, incluso a metros, lo que importa es el espacio que los separa.

El tiempo, por supuesto, viene a potenciar el sentimiento de pérdida, pero es más fácil de controlar, puedes sortearlo con medios de comunicación al ver las letras que aparecen en tu pantalla, escuchar el sonido de su voz; pasar tiempo con alguien que no está cerca a pesar de que el contacto físico sea imposible y es esto último lo que mata poco a poco.
La extrema distancia no te permite ir al cine juntos, pasear bajo la lluvia, compartir helado, percibir la presencia de esa persona, su vida.
Algún día, tal vez, dejaremos de ser distantes y sentiremos el roce de las manos, el abrazo sincero y por fin el tacto hará lo suyo, en esta vida o en otra.