jueves, 26 de marzo de 2015

Never more and more

Ni me morí, ni andaba parrandeando. Aunque bueno, siempre dicen que diariamente morimos un poco, entonces quizá la primera sí, un poco.

Después de ese legendario viaje y recuperar la vida godinezca que me caracteriza, me hice de otra serie de actividades agotadoras que yo llamo: negación de la realidad a través de terapia ocupacional.

De esos propósitos que me hice en el año como pasar más tiempo para mí o escribir libros/tesis etcétera, la verdad es que se quedaron un poco cortas, pero en su lugar estuve haciendo otras tantas cosas que me quitaron la misma cantidad de tiempo con menor cantidad de satisfacción y provecho... porque siempre he sido mala negociando, creí que estaba claro.

Entre ellas están:

Curso de impro: hice mi tercer nivel para terminar como lo que sería el último de los últimos niveles de la impro.

Archipiélago: una amiguita me dijo que le ayudara a su padre a coordinar la digitalización de su revista.

Lets Riot: bueno, la verdad es que amo ese proyecto y aunque nunca me diera dinero lo seguiría haciendo.

Magazine Feed: colaboré un rato con este portal y se supone que me van a pagar, pero quien sabe porque #freelance.

TSP: me contactaron de una compañía de teatro para que les hiciera una estrategia de comunicación para México en Escena.

Inglés: retomé mis siempre abandonadas clases y pues se supone que ahora sí estoy siendo constante.

El Salvavidas: aunque es un proyecto de la agencia, es como si fuera un freelance porque realmente no está asignado.

A eso súmenle mi trabajo que va de las 8 a las 10 horas diarias, dormir, que ahora es menos frecuente que antes. Ver The Walking Dead, Better Call Saul y un par de películas a la semana, la lectura de al menos un libro al mes. Mis constantes idas al teatro para reseñar y cubrir las recomendaciones de los sitios, veterinarios, doctores, familia y amigos.

Pues nada, por eso siento que no he estado respirando desde que comenzó enero, más o menos desde que no les escribo. Ahora súmenle que hay un posible proyecto que me fascina hasta la locura y un posible prospecto de romance.


Pero, ¿saben qué?
Ya voy a irme a vivir a Venus para tener días de 243 días.